Agua mágica – Cuento medio ambiente
En el bosque que hay al lado de mi casa puede ocurrir cualquier cosa. Allí te puedes encontrar hadas traviesas, árboles parlanchines, ¡incluso puedes hablar con el río que lo cruza!
Antes de seguir, voy a presentarme, me llamo Maga y tengo 9 años. Mi amigo Rayo y yo vivimos en un pequeño pueblo, al lado del bosque del que os hablo. A los dos nos encanta ir a jugar allí, vamos todos los días.
Uno de esos días en los que fuimos a jugar al bosque, vimos un árbol que tenía un agujero enoooorme en medio del tronco, ¡hasta podría caber un niño! Entonces algo salió del tronco, ¡era mi amiga Dríade, el hada! En cuanto la vi salir, supe que el agujero del tronco era un camino hacia Centro. ¿Sabéis qué es Centro? Pues es un lugar precioso, lleno de seres mágicos.
Dríade se alejó de nosotros, seguramente algún animal la había llamado para que lo ayudara (a las hadas les encanta ayudar a los animales (humanos incluidos) y a las plantas). Nos asomamos al agujero del árbol, a ver que veíamos. Sólo pudimos ver como el hueco del árbol bajaba y bajaba dentro de la Tierra.
-Me encantaría ver que hay al final del agujero -dijo Rayo mirando el hueco del árbol.
-A mi también -dije mientras metía la mano por el hueco. Las paredes de dentro eran suaves y templadas, incluso me parecieron un poco blanditas. Entonces algo ocurrió.
-Ehhhhhh ¿Qué haces tocándome la barriga? -dijo el árbol mientras se reía- ¡Me haces cosquillas! Paraaaaa, por favor.
-Lo siento -dije sacando rápidamente la mano del agujero.
-No pasa nada, jejejejeje, me gusta que me hagan cosquillas. ¿Cómo os llamáis? Yo soy Rob el roble.
-Yo soy Rayo -dijo muy emocionado mi amigo- y ella es Maga. Estábamos mirando el agujero de tu tronco, nos encantaría entrar en el … si lleva a Centro, claro …. si no mejor nos quedamos en el bosque.
-Pues si queréis entrar, podéis. Llegaréis directo a Centro -dijo sonriendo Rob.
Y así fue como empezó nuestra aventura, deslizándonos por la barriga de Rob. El camino por el interior del tronco parecía que no tenía fin. Mientras bajaba y bajaba oía las risas de Rayo, hasta que llegamos al final. No era lo que esperábamos, en vez de tierra, caímos en una enorme superficie de agua.
Al caer al agua abrí mucho los ojos, algo asustada. Entonces la vi, era una mujer con la piel llena de escamas. Miré sus piernas, pero no tenía, en su lugar había una cola muy larga y delgada, de color dorado.
-Respira Maga, aquí todos podemos respirar dentro del agua -me dijo. Entonces hice un gran esfuerzo, y respiré ¡Podía respirar bajo el agua!
Miré por todos lados buscando a Rayo hasta que lo vi. Nadaba de un lado a otro muy nervioso, mirando a la mujer pez. Más tarde Doto, que así se llamaba, nos contó que era una nereida. Ella y sus hermanas vivían en los mares de Centro.
Seguimos a Doto hasta llegar a unas cuevas submarinas, que era donde vivían ella y sus hermanas. Allí descubrimos que ellas eran las encargadas de crear las olas con una especie de órgano que tocaban. ¡También creaban el plancton para que comieran las ballenas!

Mientras nadábamos fuera de las cuevas vimos que el fondo del mar estaba lleno de casitas en las que vivían varios peces y tortugas.
-¡Ehhhhh Maga! Mira que casita más rara tiene ese pez.
Rayo me señaló una pequeña casa pintada de un rojo muy llamativo.
-¡Qué estáis mirando! -dijo el dueño de la casa muy enfadado- ¡ya sé que el color es muy feo! Lo he intentado borrar, pero no hay manera.
-Lo siento, creíamos que habías pintado así la casa porque te gustaba.
-Pues no, ni me gusta, ni la he pintado yo. Uno de los túneles que llegan al mar trajo esta pintura. Se ve que algún gracioso que vive en la superficie la tiró al agua y al final ha acabado en mi casa.
-¿Túneles? -le preguntó Rayo.
-Sí, túneles -el pez nos miró como si debiésemos saber que era eso. Pero al ver nuestra cara siguió hablando- Los túneles comunican todo el mar de Centro con el agua que hay en la Tierra. Si uno de vosotros tira pintura por el lavabo, al final acaba en uno de esos túneles.
-¡Ahhhh! ¡parecido al ciclo del agua que he dado en el colegio! -dijo Rayo- el agua que está en los mares y ríos, se evapora y llega a las nubes. Luego llueve y vuelve a la tierra o al mar y así se repite y repite para siempre. Y claro, el agua que tenemos en nuestras casas también sigue el mismo ciclo, por lo que al final siempre acaba en el mar, en la tierra o en las nubes… por eso dice mi madre que no hay que tirar pintura o u otras cosas por el váter o el lavabo, ya que acaba en el mar y pone a los peces enfermos.
-Enfermos o con la casa roja como un tomate, como la mía -dijo el pez mirando su casa.
Al final la solución fue bastante fácil. Cogimos un cepillo (también había llegado al mar por uno de los túneles que unían la Tierra con Centro) y con la ayuda de Doto y varias de sus hermanas, conseguimos quitar la pintura.
Mientras seguimos explorando el mar de Centro, la vi. De una ola surgieron unos ojos y una boca que sonreía.
-Hola Maga, me alegro de verte y de que me veas. Bienvenido a Centro, Rayo -Nos dijo Madre Tierra mientras giraba alrededor de nosotros convertida en mujer-agua- El agua se ensucia y del mar, la claridad se va. Mientras los animales se bañan, tonos grises llenan nuestra casa.
Entonces Madre Tierra nos envolvió y nos sacó del agua. Caímos en la orilla de una playa, encima de un montón de algas.
– ¿Podéis ayudar a Centro? ¿Antes de que todo se vuelva negro? Casi no puedo limpiar el agua, ni llenar de magia las plantas. Mi chispa se oscurece. mientras todo se duerme -después de decir esto, cerró los ojos y desapareció.
Entonces algo terrible sucedió, el cielo se abrió y todo se cubrió de una sustancia gris que olía fatal.
– Ahhhhhh, ¿qué es esto? ¡Apesta!
-Son los túneles, la gente de arriba nos va a envenenar -dijo un pequeño cangrejo mientras se escondía rápidamente en la arena de la playa.
Nos cubrió una sustancia asquerosa que nos impedía respirar. Nos quitamos como pudimos toda esa asquerosidad de la cara, que se nos metía en la nariz y en la boca (olía y sabía a huevos podridos).
No sabíamos que hacer, parte del mar y de la orilla de la playa estaba cubierta por esa sustancia. ¡Era demasiado para nosotros! Teníamos que buscar a Madre-Tierra, ella podría hacer algo. Pero, ¿cómo encontrarla? Entonces me acordé de algo que me dijo la primera vez que viajé a Centro “Conmigo puedes hablar siempre que quieras. Yo siempre te estoy escuchando. Puedes hablar conmigo a través de las rocas, o de un río, o del mar” Así que me puse a gritar.
-¡Madre Tierra! ¡Madre Tierra!
Entonces, de las aguas grises del mar apareció ella. Pestañeaba y se sacudía, a ella también le molestaba esa sustancia.
–Tanta suciedad, nos va a ahogar. Yo puedo limpiar el agua, pero no podré seguir si esto no para. Entonces se hizo enorme y empezó a girar y girar. Su cuerpo de agua llegó a todos sitios limpiando todo aquel desastre.
–Ahora os toca a vosotros -nos dijo mientras nos volvía a cubrir con su cuerpo de agua. Entonces se convirtió en un remolino y nos llevó de nuevo al bosque por el mismo túnel por el que habíamos llegado. Al regresar, Rob no paraba de reírse de las cosquillas que le habíamos hecho.
Estos días he pensado mucho en lo que nos dijo Madre Tierra ¡Nos toca hacer algo! Yo ya sé que hacer. Mañana voy a hablar con mi profesora. Seguro que ella conoce alguna actividad divertida sobre el agua, que podamos hacer en el cole. Así todos sabrán que no hay que tirar porquería por el váter o el lavabo. ¿Y tú? ¿ya sabes que vas a hacer para ayudar a Madre Tierra?
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