El trabajo con valores ecológicos y espirituales es una de las razones de este relato.
El cuento intenta cambiar la percepción que tenemos de la Tierra como algo muerto o mecánico, para volverlo a ver como un ser vivo, nuestra madre común.
Se basa en la teoría física, Gaia Orgánica, de Carlos de Castro Carranza (científico español). Esta teoría, de manera simplificada, nos dice que “la Biosfera, Gaia (la Tierra), es un organismo de pleno derecho”, encontrando a la Tierra como el ser vivo más grande de nuestro sistema.
Empezamos el cuento:
Os voy a contar la historia de Grandullón, un niño que había crecido tanto, tanto, que cuando caminaba, temblaba la tierra.
Era tan, tan grande, que a veces creía que su cabeza iba a chocar contra la Luna.

Un día Grandullón se fue de paseo, pero sus pasos eran taaaan enormes, que después de dar tres, se perdió.
Con sólo tres pasos, había cruzado el océano y los siete mares, y había llegado a la Isla de los Ciegos.
La Isla de los Ciegos era un sitio precioso, con grandes playas y muchos árboles y personas. Las personas que vivían allí tenían todas algo en común, ¿sabéis qué era? Eso es, todas eran ciegas.
Cuando Grandullón llegó, cayó dentro de un gran agujero que los ciegos llamaban Su Sitio para Jugar. Por suerte para los niños y niñas ciegas, Grandullón calló en el centro del agujero, donde no había nadie ¡menos mal!
Los niños y niñas, que oyeron el gran estruendo que hizo Grandullón al caer, se acercaron a ver qué había pasado.
Una niña, le toco el zapato y dijo: «¡Es un meteorito que acaba de caer del cielo!».
Un pequeño niño rubio le tocó uno de sus dedos y exclamó: «¡Es una salchicha gigante!, ¿estará rica si le pongo kétchup?».
―Pero si son fideos ―dijo una niña morena mientras le tocaba el pelo― voy a buscar tomate para probarlos.
El pobre Grandullón se quedó mudo del susto, mientras veía como muchos niños y niñas no paraban de sobarle y de decir cosas, cada vez más locas.
―¡Es una manta! ―dijo gritando una pequeña niña que se tapaba con la ropa de Grandullón.
Grandullón, que ya estaba cansado de tantos gritos, se movió con cuidado para no hacer daño a nadie, se levantó, y de un enorme salto, salió de la isla de los ciegos y volvió a su casa.
FIN
Autora: Raquel Alvarez Franco. Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA.
Para trabajar el cuento, podemos hacerles a los niños y niñas preguntas del tipo:
¿Por qué nadie supo que Grandullón era un niño?
¿Cómo podrían haber descubierto quien era Grandullón?
¿Por qué nadie habló con Grandullón?
Los ciegos, ¿creéis que hubieran sabido que Grandullón era un niño si hubieran hablado con él?
¿Qué habrías hecho tú si fueras Grandullón?
¿Y si fueras uno de los niños o niñas ciegos?
Podemos seguir el diálogo preguntando si saben de alguna situación en la que a ellos les pudiera pasar lo mismo que a los niños ciegos.
¿Y si nos encontramos con algo muy grande y que está tan cerca de nosotros que no podemos verlo en perspectiva? Por ejemplo, ¿y si mientras buceamos en el mar nos encontramos con una ballena a dos palmos de nuestra nariz? ¿Qué creéis que pensaríamos de la ballena? ¿Y la ballena de nosotros? ¿Cómo podríamos saber que es una ballena?
¿Cuál creéis que es el ser vivo más grande que existe?
Una vez finalizado el diálogo les hablamos de las creencias que tienen otras culturas sobre nuestro planeta. La Tierra como un ser vivo:
¿Se os había ocurrido algo así? Que la Tierra fuera una Grandullona rodeada de personas, animales y plantas, y que le pasara igual que a Grandullón, que nadie sabe quién es.
Una vez que hayáis terminado el diálogo hablamos de la Tierra como ser vivo:
Si la Tierra fuera una persona, ¿qué pensáis que podrían ser sus mares y océanos?
¿Y sus montañas?, ¿y el centro de la Tierra?
¿Las placas tectónicas?
¿Las nubes?
¿Cómo creéis que respira?, ¿y cómo se alimenta?
¿Qué pensáis que siente cuando se escapa un residuo en el mar?, ¿o cuándo el suelo deja de ser fértil y se seca?
¿Y cuándo los delfines saltan en sus aguas?
¿Y las ballenas?, ¿quizás los cantos de ballena son cantos que le hacen a la Tierra para que se calme? Yo creo que a ella le tiene que gustar mucho las canciones de las ballenas. Y también las que cantamos nosotros.
¿Cómo creéis que habla la Tierra? ¿Y cómo escucha?
Vamos a hacerle un regalo a la Tierra, como a un amigo que acabamos de conocer y queremos que se sienta bien. Podéis escribirle un cuento, o hacerle un dibujo, u otra cosa, lo que queráis.
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