Os quería contar la historia de Regalo, un niño que vive en un bosque muy, muy lejano. Su pueblo son Los Raíces.
¿Nunca habíais oído hablar de ese pueblo?, ¿no? Pues Los Raíces son personas a las que les gusta ir descalzos para poder escuchar la tierra. También les gusta andar en silencio, así escuchan al viento.
¿No sabíais que la tierra y el viento se escucha? Ahhhh, pues sí, todo tiene su sonido, su canción. Para escucharlo sólo tienes que estar en silencio y abrir las oídos.
Lo que nos pasa a las personas que vivimos en las ciudades, es que nos hemos olvidado de sentir la tierra, ¡no me extraña con estos zapatos que llevamos! También nos hemos olvidado de escuchar el viento … ¡Cómo lo vamos a hacer con tanto ruido!
Pues mi amigo Regalo, que estaba tumbado en el suelo jugando a ver nubes, oyó a su hermana Amanecer decir algo raríiiiiisimo. Le estaba diciendo a su madre y a su padre que mañana por fin iba a poder plantarse …. ¿Plantarse???? Pensó nuestro amigo Regalo, ¡Qué raro!
Ya sabéis, plantar es tapar y cuidar una semilla para que nazca algo. Si plantas la semilla en el suelo, nace una planta; si la plantas en un huevo, un pollito; si la plantas en la barriga de una mujer, nace un bebé. Pero claro, Amanecer era muy grande para volver a plantarse en su madre ….
Esa noche nuestro amigo Regalo durmió poco y mal. No paraba de soñar con su hermana bajo tierra, hecha un huevito, esperando a nacer. Primero parecía que iba a ser una loba … pero no. Después una arañita, pero tampoco. ¿Sería una planta?, ¿en qué se convertiría?
Cuando despertó, ella ya no estaba. La buscó, y la buscó, pero nada, se había ido. Así que decidió que tenía que encontrarla. ¡Había que descubrir dónde estaba y en qué se iba a convertir!
Primero fue a ver si estaba en el huerto, ¡A ver si la encontraba convertida en patatas! Mientras buscaba entre los pepinos y las lechugas, escuchó:
“Por ahí no, buscador. Entre las plantas que se dan, ella no está.
Un hilo, su presencia ha dejado, pero su cuerpo se encuentra en otro lado”
Regalo abrió mucho los ojos, le dio las gracias a la Voz que Ayuda, y siguió buscando.
Entonces se fue al río, ¡A ver si la encontraba convertida en agua! Mientras buscaba entre los salmones y las truchas, la escuchó:
“Por ahí no, buscador. Entre los seres que nadan, ella no está.
Un hilo, su presencia ha dejado, pero su cuerpo se encuentra en otro lado”
Regalo volvió a dar las gracias a la Voz que Ayuda, y siguió buscando.
Entonces se fue a las grandes praderas, ¡A ver si la encontraba entre los animales que comen hierba! Y mientras buscaba entre los caballos y los potros, la escuchó:
“Por ahí no, buscador. Entre los animales que galopan, ella no está.
Un hilo, su presencia ha dejado, pero su cuerpo se encuentra en otro lado“
Y buscó y buscó, hasta que por fin, bajo el viejo Roble, la encontró.
Estaba sentada dentro de un hoyo, con los ojos cerrados y una pequeña sonrisa en la boca.
“La encontraste, buscador. Plantada en mi tierra, ella está.
Sus raíces de mi suelo se nutren y de mi luz sus hojas viven”
Madre Tierra, la Voz que Ayuda, siguió hablando:
“Un nuevo árbol del pueblo Raíces ha nacido,
ella guardará mi cuerpo y protegerá mis caminos.
Guardiana de la Tierra ahora se llama.
Escuchad sus palabras, cuando de mí, ella habla”
Y así fue como Regalo descubrió porque su pueblo se llama Los Raíces, y en que se había convertido su hermana.
FIN
Raquel Álvarez Franco.
Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA.

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