Nos ha tocado vivir en una época en la que los jóvenes están rodeados de valores negativos como la violencia o la intolerancia. El uso excesivo de video juegos o de plataformas sociales nos desconecta de la vida real haciendo que enfermedades como la depresión o la ansiedad estén cada vez más presentes.
Según un estudio publicado en el Journal of Happiness Studies, la espiritualidad ayuda a los niños a ser más felices ya que les produce esperanza y sentido de vida.
Todos necesitamos una dimensión espiritual en nuestras vidas. Necesitamos la práctica espiritual. Si esa práctica es sólida y regular, seremos capaces de transformar el temor, la ira y la desesperación que sentimos y de superar las dificultades que encontramos en la vida cotidiana.
Thich Naht Hanh
Contenido:
¿Qué es la espiritualidad?
A la hora de hablar de espiritualidad, muchas veces confundimos este término con el de religión. La espiritualidad no tiene porque estar unida a una religión, aunque sí necesita de un acercamiento a la totalidad, a lo eterno que hay en todo lo que existe.
Teilhard de Chardin no da una visión muy esclarecedora de la diferencia entre espiritualidad y religión:
“Existen varias religiones pero una sola espiritualidad. La religión divide mientras que la espiritualidad une. La religión pertenece a un grupo mientras que la espiritualidad pertenece a la humanidad”.
Una explicación muy sencilla sobre la espiritualidad nos la da Leonardo Boff : “Espiritualidad es aquella actitud por la que el ser humano se siente ligado al Todo. A través de ella ves lo divino que se oculta en todo lo creado y con lo que estás conectado desde tu centro más profundo”.
Esta conexión con Todo te acerca a un sentimiento de estar siempre acompañado, aunque estés solo. Tu percepción se amplía y el lenguaje de lo divino se hace visible.

Inteligencia espiritual
La Inteligencia espiritual, según la definición dada por Cindy Wigglesworth, es la capacidad de comportarse con compasión y sabiduría manteniendo la paz interior y exterior sin depender de las circunstancias.
A esta paz interior se llega a través del autodescubrimiento, de saber quien somos.
Entender la vida es entendernos a nosotros mismos, y eso es tanto el principio como el fin de la enseñanza. La educación no es simplemente adquirir conocimientos, recopilar y relacionar hechos; es ver el significado de la vida como un todo
Krishnamurti
En nuestra sociedad se ha invertido mucho esfuerzo en el conocimiento exterior, pero en cambio la búsqueda de nuestro interior ha sido relegada a algo casi inapreciable.
Si pensamos en la educación recibida, los temas que serían principales para tener una vida plena y para darnos la capacidad de construir una sociedad más justa, son casi inexistentes.
Como trabajar la espiritualidad con los niños
A la hora de enseñar espiritualidad a nuestros hijos, el primer tema a tratar somos nosotros. Los niños aprenden imitando, se fijan en como nos comunicamos y actuamos
Aunque hay muchas actividades que podemos hacer con ellos para trabajar valores espirituales, siempre tienen que estar acompañadas de nuestro propio crecimiento espiritual.
Nuestro comportamiento cuando estamos con ellos tiene que enseñar los valores que queramos que tengan. Tenemos que ser generosas con las personas que necesitan ayuda, ser amables, enseñar que nosotras también nos equivocamos, pedirles perdón cuando hemos hecho algo que no ha sido justo, etc.
A la hora de hablar con ellos, tenemos que saber que lo importante no son las respuestas que les demos, sino las preguntas que les hagamos.
Uno de los problemas que tenemos en la enseñanza es que sólo ofrece respuestas, sin incentivar la pregunta. Si no nos interesa ese conocimiento que nos dan, difícilmente vamos a aprenderlo. Saber favorecer la búsqueda del conocimiento debería ser la base de toda enseñanza.
Espiritualidad en la familia
En el caso de madres cristianas, hablar de la Divinidad con sus hijos no suele ser problemático. Pero en el caso de familias que no pertenecen a ninguna religión es importante darse cuenta de que la idea de Dios o Divinidad, no es ajena a la vida de nuestros hijos. Eliminar este pensamiento de la vida del niño no tiene sentido ya que, de un modo u otro, le llegará alguna imagen sobre esto.
Cuando educamos espiritualmente a un niño tenemos que interesarnos por saber que cree él que es la Divinidad, que idea tiene, ¿Ve a la Divinidad como algo separado de él o unido a su vida? También es importante que tú te preguntes lo mismo.
Hablando de la Divinidad con nuestros hijos
A la hora de hablar de la Divinidad, yo normalmente no uso la palabra Dios, aunque seguro que mis hijos han oído hablar de él. La razón es que la imagen que normalmente tienen las personas cuando se le nombra es la de un hombre.
Esta relación Dios ⇿ hombre, a mí no me gusta. Creo que ha sido la causante de que en muchas religiones a las mujeres se nos separe de la espiritualidad (imposibilidad de ejercer el sacerdocio en la mayoría de las religiones monoteístas, por ejemplo). A la mujer se la ve menos predestinada a tener contacto con la Divinidad, y eso, por supuesto, no es así.
Para hablar de la Divinidad con nuestros hijos podemos hacerles preguntas del tipo: ¿Dónde crees que está la Divinidad? ¿Cómo hablas con Ella? ¿Cómo la escuchas? ¿Qué crees que ocurre cuando alguien muere?
A la hora de escuchar sus respuestas es muy importante que les dejemos hablar con total libertad y que los escuchemos de verdad. También tenemos que esperar a que terminen de entender la pregunta y elaboren la respuesta (hay que darles tiempo) Una vez que ellos han terminado de hablar, podemos darles nuestra opinión, que no es más real ni correcta que la de ellos.
Si en tu familia nunca se han tratado estos temas, es muy posible que te sea difícil este tipo de conversaciones (a mí me pasa). Yo he descubierto que uno de los momentos más idóneos para hablar de cualquier cuestión es cuando estamos en el coche yendo o viendo del colegio (o cuando vas camino de la parada de autobús). En esas ocasiones los niños están relajados y receptivos a lo que les dices.
Espiritualidad para niños menores de 7 años – desarrollo del hacer
Algo que deberías saber si tratas con niños menores de cinco años, es que estos niños no tienen la capacidad de ir hacia el pasado o el futuro (es algo que el cerebro desarrolla a partir de los 4 años). Viven en el presente. Así que, intentar enseñarles que no se debe quitar un juguete a un amigo porque cuando él lo necesite, su amigo no se lo prestará, no funciona.
Sólo a partir de los cuatro años los niños EMPIEZAN a tener la capacidad de pensar en el pasado o en el futuro.
Otro dato importante: entre los dos y cuatro años es cuando el niño puede EMPEZAR a prestar atención voluntaria. Así que, sobre todo si tenemos hijos pequeños, el juego libre debería ser la base de su desarrollo.
También es muy importante tener siempre en cuenta que el niño aprende por imitación. Si queremos que el niño se comporte o haga algo de una determinada manera, de poco va a servir usar el típico “Haz esto” que el niño es muy posible que no entienda. Es mucho más práctico que nosotras le enseñemos, haciendo con ellos lo que queremos que haga. Por ejemplo, podemos recoger con ellos sus juguetes o su ropa sucia diciéndole que “vamos a poner la ropa en su lugar”.
Otro hecho a tener en cuenta, los niños menores de siete años todavía no son capaces de ponerse en la piel de los demás, es decir, todavía no han desarrollado la empatía que empezará a desarrollarse a partir de los cinco años. Esto hace que los menores de cinco no entiendan la ironía ni sepan mentir. Creen que las demás personas piensan igual que ellos, siendo esta una de las razones principales de las famosas rabietas.
Otro aspecto importante cuando tratamos con niños es ponerle nombre a aquello que les ocurre. Con esta edad, lo que no nombramos desaparece, quedándose en la sombra de su inconsciente.
Como dice Guillem Massot, educador social, en el trabajo con niños es esencial poner nombre a aquello que están viviendo. Cuando, con amor, reconocemos, aceptamos, describimos y/o nombramos aquello que un niño siente le estamos dando cobertura humana.
Cuando un niño llora porque su madre se va y la madre (o la maestra) le dice que deje de llorar, invalidamos sus sentimientos. Esto hace que el niño no se sienta aceptado y que crea que los sentimientos hay que reprimirlos.
Si en vez de esto ponemos palabras a lo que le sucede diciendo “veo que estás triste porque te gustaría estar con tu mamá; llora todo lo que necesites, ya sé lo importante que es tu mamá para ti” le ponemos palabra a su sentir y lo aceptamos.
Actividades para niños menores de 7 años
Sobre las actividades en estas edades el niño necesita juego libre y mucho movimiento. Estar en la naturaleza el máximo tiempo posible. Jugar con tierra, agua, palos, todo lo que él encuentre en el medio natural hará que crezca sano. Siempre que podáis, ir con vuestros hijos fuera.
Realmente no importa si hace frío o llueve, si se ensucian o se mojan, ¡al revés! En esta entrevista que le hicieron a Richard Louv, se puede ver que querer que nuestros hijos estén siempre limpios y fuera de peligro, acaba siendo dañino para ellos.

Como dice Ana María Vargas Vela sobre las bases para el desarrollo integral: el movimiento, el juego y la experiencia sensorial son los motores perfectos para desarrollar las inteligencias (incluida la espiritual) en esta etapa. El ¨forzar¨ al cuerpo a estar quieto y sentado durante horas le implica gran esfuerzo y le resta mucho a su proceso natural de crecimiento.
Los niños pasan demasiado tiempo sentados en el colegio. El tiempo que puedas pasar con ellos intenta que sea un tiempo de juego libre en el exterior (mejor bosque, playa o campo que cualquier parque con columpios). Déjale disfrutar y, sobre todo, disfruta tú. A estas edades los niños no necesitan nada más para sentirse felices y crecer sanos.
El juego libre debería ser nuestra principal baza, pero no la única. A estas edades podemos practicar con ellos muchas actividades que desarrollaran su sentido espiritual.
Nuestra comunicación con ellos
La actitud que tenemos a la hora de estar con nuestros hijos es muy importante. Todos los niños, sobre todo a estas edades, aprenden por imitación. Así que si quieres que el niño hable amablemente, tú tendrás que hacerlo también. Es muy triste ver (todas nos podemos incluir alguna vez) a un adulto gritándole a un niño porque el niño grita o ha perdido el control. No es justo pedir al niño cosas que nosotros como adultos somos incapaces de hacer.
Si quieres que el niño sea amable contigo, tú eres el primero que tiene que ser amable con él. Así que no le grites, no le hagas burla, compórtate con él como quieres que él se comporte contigo. Y si te equivocas (nos pasa a todas), pídele perdón, le enseñarás que todos nos equivocamos y que hay que perdonar.
La mayoría de los adultos creemos que los niños tienen la obligación de hacer lo que nosotros queremos sin replicar. Sería interesante que te preguntaras ¿por qué tiene que hacer lo que tú le digas? ¿tienes tú más derechos que él? ¿son los niños, por el hecho de tener menos edad, menos inteligentes que el adulto? ¿son sus ideas menos correctas que las tuyas? ¿tratarías a un adulto como tratas a los niños?
Crear límites de comportamiento para nuestros hijos es sano y necesario, pero siempre desde el respeto y el dialogo.
Hay una frase muy típica que esconde una gran verdad “un abrigo es aquella prenda de vestir que se ponen los niños cuando sus madres o padres pasan frío”. Por suerte, lo del abrigo yo ya no lo hago. Pruébalo tú también, tócalo, verás que está sudando y realmente no tiene frío.
Si niegas lo que siente el niño, estás negando su propia identidad, estás invalidando sus ideas y sentimientos. De esta manera tu hijo crecerá con una gran inseguridad, porque, si sus emociones, ideas y sentires son incorrectos, ¿para qué escucharse? ¿para qué mirar en su interior y ver que le ocurre si ya está su mamá o papá para decirle lo que siente?
Como dice Ana María Vargas Vela “Su manera de comunicarse o de conocer el entorno no significa que sean tontos ni mucho menos, al contrario, su posibilidad de asimilar es enorme y su capacidad de percibir más allá de la palabra también, pero lo que se ha de entender es que no piensan de la misma manera que el adulto, que no tienen aún un lenguaje y un proceso de pensamiento como el adulto para procesarlo. Las palabras podrían no trasmitir nada si no están asociadas a un comportamiento concreto a algo que se hace y que ¨ven¨ como se hace”.
Resumiendo, si quieres que el niño tenga valores como la bondad, la generosidad o la tolerancia, tenemos que empezar por instalar esos valores en nosotras.
Si quieres que el niño aprenda algo, enséñale de manera práctica. Hazlo tú con él.
Enseñar valores a niños menores de 7 años.
A esta edad el niño no juzga moralmente sino que piensa en términos de lo inmediato y lo concreto. Es decir, comprende lo que ve y percibe, comprendiendo mejor lo que manipula manualmente.
Os pondré un ejemplo que investigó Piaget, psicólogo que estudió el comportamiento en la infancia.
A un grupo de niños se les explica una situación: una persona rompe 10 vasos porque al pasar por una puerta, alguien lo empuja. Otro niño rompe 1 vaso adrede porque se ha enfadado. Cuando a estos niños les preguntan sobre quien tuvo el peor comportamiento, el niño de esta edad dirá que el que ha roto 10 vasos, ya que lo que comprende son las cantidades.
Como trabajar valores con niños menores de 7 años
A la hora de enseñar valores a niños menores de siete años, tenemos que saber que el niño es como una esponja. Si el adulto que tiene al lado está nervioso, él también lo estará. Lo mismo ocurre con cualquier emoción.
Todos los valores que queramos enseñarles tienen que partir de nosotros. Tanto la madre o padre, como la cuidadora o cuidador del niño tienen que ser conscientes del gran papel que juegan, ellos son los transmisores de actitudes y comportamientos en los niños que cuidan.
A la hora de trabajar con valores, es mejor usar imágenes que palabras (ejemplos visuales). El uso de cuentos y fábulas pensados para su edad es la mejor manera de llegar al niño.
Otra forma de trabajar con valores es mediante el juego simbólico. Jugar a ser médico, enfermero o bombero, entre otros, ayuda al niño en el desarrollo de la empatía, el lenguaje y demás procesos.
Espiritualidad para niños de 8 a 14 años – desarrollo del sentir:
A partir de los 8 años el niño se centrará más en sus emociones, sus relaciones y su manera de expresarse con el resto. Empieza a descubrir su mundo interior, un mundo que muchas veces le parece demasiado intenso y difícil de manejar. Empieza a crear una identidad propia independiente de los demás.
Pasan del sencillo mundo de la infancia, al mundo del niño mayor. Un mundo que al principio no le gusta debido a que le parece demasiado complicado. Esto hace que ocurran dos cosas importantes:
- Resistencia a dejar la infancia.
- Cierto deseo de crecer pero que se frena debido a que ve el mundo adulto como algo aburrido y complejo.
Sus emociones, que suelen ser muy intensas y desconcertantes, son lo más importante para el niño y así tienen que ser tratadas por ti. No hay que intentar minimizarlas (“no es nada, verás como pronto se pasa”) porque sentirá que sus emociones no nos importan. En vez de intentar darle consejos, hay que acoger sus emociones con empatía, tal y como suceden.
A esta edad es muy importante ofrecer al niño vías de expresión diferentes (no sólo la verbal, que suele ser la más difícil) como el dibujo, etc. En esta etapa es difícil poner palabras a algo que todavía no se conoce.
En estas edades hay dos momentos que pueden ser críticos:
- De los 9 a los 10 años, en los que el niño ya se siente un ser independiente, y por lo tanto, solo (causando emociones de angustia).
- Sobre los 12 años, debido a la pubertad y al desarrollo del pensamiento lógico (se lo cuestionan todo y desarrollan una gran creatividad).
Qué hacer – inteligencia del sentir. Mirada hacia su mundo interior
En esta etapa, las madres y padres tenemos que ejercitarnos en el rol de facilitador. Tenemos que ayudar por medio de la escucha atenta y la aceptación del niño, su proceso.
Mediante la escucha activa le ayudamos a expresar sus emociones, aceptando lo que siente y dejándole que lo exprese.
En cuanto a la enseñanza, la imaginación y la imagen son mucho más efectivas que la palabra.
Gracias a la imaginación que se desarrolla en esta época, los cuentos y relatos son la mejor manera de que el niño asimile nuevos valores y empiece a dirigir su mirada al interior.
Es el momento idóneo para desarrollar el gusto por las artes: acuarelas, tizas pasteles, arcilla, tejer. También la jardinería, bailar, cocinar (hacer masas), tocar instrumentos.
Otra actividad importante es promover la admiración por la belleza: hablarle de lo hermoso que hay en las nubes, flores. Que se fijen en la belleza de lo pequeño e inmediato y que sepan agradecerlo y disfrutarlo. Saber disfrutar de lo pequeño nos hace ser más felices.
Para los niños de 9 a 11 años es interesante tratar el tema de como se sienten ante la idea de dejar de ser niños. Para expresarse pueden pintar un mandala, crear canciones, arcilla.
Si el niño tiene entre 11 y 13 años el tema sería como les hace sentir el mundo adulto.
Autoconocimiento
La psicóloga Sharon Martin nos habla de la importancia de autoconocerse. Esta exploración se puede hacer también con los hijos usando varias preguntas y dándoles libertad para que se expresen:
A la hora de hacerlo es importante la actitud. Da igual lo que contesten, todo es válido.
Os cuento un ejemplo de lo que NO hay que hacer. Fue mi primer intento, fallido, en el que intenté hablar con mis hijos sobre lo más bonito que les había pasado en su vida. Mi hija de 11 años me contestó que conocer el anime. Yo, que no me lo esperaba (creía que diría algo del tipo «cuando estuvimos con las abuelas en tal sitio«) se me ocurrió decirle “¿El anime? ¿no hay nada más bonito que te haya pasado?” Su contestación fue, «Ya que no te vale mi respuesta, prefiero no seguir hablando» ☹
Así que ¡acordaros! cualquier respuesta vale.
Otro consejo para que no os pase como a mí. Antes de empezar, respirad hondo y preparaos. Intentad escuchar a vuestros hijos con atención, intentando no juzgarles.
Alguna de las preguntas que les puedes hacer son:
- ¿Cuáles son tus puntos fuertes?
- ¿Qué crees que tienes de diferente con el resto de personas?
- ¿Qué es lo que más te gusta de ti?
- ¿De qué estás agradecido?
- Cuando empiezas a enfadarte, ¿Cómo te das cuenta de que te estás enfadando? ¿Cómo se pone tu cuerpo? ¿Qué piensas en ese momento?
- Cuando crees que a alguien no le gustas, ¿qué haces?
- ¿Cuál es tu mejor recuerdo, el más feliz?
- ¿Qué haces cuando te sientes triste?
- ¿Cuáles son tus miedos? ¿qué harías si no los tuvieras?
Tampoco hay que olvidarse de darles tiempo para contestar y asegurarnos de que han terminado de hablar antes de hablar nosotras.
Aquí puedes encontrar más actividades para trabajar el silencio y la calma con los niños.
Actividades espirituales
Un consejo para todas las actividades que te muestro es que dejes libertad al niño y no le intentes imponer nada. Hay que enseñarle a cocinar, no obligarle a comer. Da igual que sea una actividad lúdica o una enseñanza reglada, el niño aprende cuando le interesa. Y sólo le interesa cuando se pregunta por qué. Así que, en vez de darle la información, incítale para que se pregunte por qué y cómo.
También es básico no limitar las tareas. Hay que buscar el estímulo preparando el ambiente y que sea él el que quiera hacerlo y decida como.
Lo que hacemos las personas está teñido por como somos, lo mismo ocurre con los niños. No realizará igual una tarea un niño con una gran energía, que una persona tranquila o introvertida.
La actitud de los adultos a la hora de realizar cualquier actividad es primordial. Como ya hemos visto, los niños aprenden por imitación y, sobre todo si tienen menos de 7 años, absorben las emociones del adulto que tienen al lado. Así que si quieres iniciar una práctica de quietud es imprescindible que tú estés tranquila. También te aconsejaría que hagas con él las actividades, así te será más fácil. Y sobre todo ¡no te desanimes si no sale como querías! Con la práctica, tanto tuya como de él, todo se hace más fácil.
Actividades espirituales para niños.
1. La respiración consciente
La respiración, además de anclarnos al presente, nos ayuda a mejorar nuestra salud. Una mala respiración hace que nos falte oxígeno por lo que estaremos más cansados y, además, crearemos sustancias nocivas para nuestro cuerpo.
Como dice el periodista James Nestor en su libro Respirar, «respirar es algo que deberían enseñar en los colegios, igual que el ejercicio o la comida saludable.»
Como regla básica a la hora de respirar, hay que hacerlo siempre por la nariz, lentamente.
Con la respiración podemos trabajar el desarrollo de la atención y de la calma. Aquí podéis ver diversas actividades para desarrollar la respiración consciente en los niños.
2. Silencio
El silencio y la escucha interior es una de las prácticas que más puede costar desarrollar. Si tu hijo tiene menos de siete años es el momento idóneo para empezar. A estas edades te será más fácil que inicie la rutina.
El silencio y la relajación deberían ser parte de la vida de todos. Al igual que la vida incluye momentos de actividad y de quietud, nosotros tenemos que incluir los dos en las actividades que hagamos.
Si el niño tiene menos de 7 años, incluir la relajación con juegos de imitación como Soy Un Globo, en el que inflan y desinflan su barriga, u otros juegos, es la mejor manera.
Para el resto de edades se puede crear una rutina para que se acostumbre a tener pequeños ratos de silencio. Lo mejor es que sea a diario un rato pequeño (el tiempo depende de la edad del niño). Es importante que no sea obligatorio, no queremos que el niño lo tome como el momento aburrido del día. Si lo ve como algo aburrido llegará un momento en el que te será imposible que quiera hacerlo.
También es buena idea que, lo que se haga después, sea algo que al niño le encante, así conseguiremos que lo asocie con algo que le gusta.
Aquí puedes leer varias actividades para desarrollar la calma.
3. Respeto y amor por la Tierra y la Naturaleza
Para mí este es uno de los retos principales que tiene la humanidad. Mientras no volvamos a amar a la Tierra y todo lo que hay en Ella, no dejaremos de vivir en la locura en la que estamos inmersos.
La Tierra como un ser vivo
La visión de la Tierra como un ser vivo, algo que ya sabían las antiguas culturas y que ahora se está verificando científicamente, es un cambio en nuestra manera de ver la Tierra que todo el mundo debería de realizar. Cuando dejamos de ver a la Tierra como suelo o recurso, y la empezamos a ver como nuestra madre, nuestra relación con ella cambia.
La ecopsicología nos enseña que una de las causas del aumento de las depresiones y de la falta de sentido en nuestra vida es la separación que hemos hecho de la Tierra y de la Naturaleza. Nos hemos quedado huérfanos, sin rumbo.
El percatarnos que no estamos solos en este hermoso planeta sino que formamos parte de él, nos abre a un nuevo sentido de la vida. Dejamos de estar solos y empezamos a vivir de manera más profunda.
Como dice Marcella Danon, “La gran crisis psicológica, espiritual y ecológica producida por la falta de un vínculo emocional entre los seres humanos y la Madre Tierra, es la campana de alarma y nos muestra el camino a recorrer, no hacia atrás, sino hacia adelante”
Si el niño tiene más de 7 años, podemos hablarle de la Tierra como alguien con quien se puede hablar. Nosotros, cuando vamos a cenar, encendemos una vela. Uno a uno decimos lo mejor que nos ha pasado ese día y agradecemos a la persona, planta, amigo, youtube … que queremos. Yo siempre me acuerdo de la Madre Tierra y le agradezco por todo lo que nos da, sus frutos, agua, aire, etc.
Si el niño es menor de 7, no entenderá el concepto de planeta. De todas formas, podemos igualmente incluir la rutina de la que hablo arriba. Poco a poco irá entendiendo el concepto y lo acogerá como algo normal.
En el caso de niños menores de 7 años, podemos hacerles ver que pueden hablar con seres como los árboles, plantas, ríos, montañas, o cualquier animal.
Cuentos y actividades para trabajar el amor por la Tierra y la naturaleza
Dentro de Tetisto hay bastantes cuentos con actividades con los que se puede trabajar el amor por la Tierra y la Naturaleza.
Grandullón es un cuento para cualquier edad en el que trabajamos la conexión con la Madre Tierra.
El bosque te habla es otro cuento creado para leer en la Naturaleza y trabajar nuestra conexión con ella.
La colección Maga y Madre Tierra está pensada para niños a partir de 9 años en la que la Tierra es uno de sus protagonistas. Estos cuentos son los preferidos de mi hija mayor 😊 espero que a los vuestros también les gusten.
También tienes varias actividades para hacer en la Naturaleza.
Jardinería
Ir con ellos a comprar una planta que ellos cuidarán y a la que le pondrán nombre, no tiene precio 😊
Los límites a la hora de ir a comprar la planta es mejor traerlos ya de casa. Que sepan el dinero que se pueden gastar y el tipo de planta que pueden comprar (que sea de interior, por ejemplo). También deberían de saber que van a ser ellos los que cuiden de la planta.
También pueden ver que maceta regalarle a la planta o hacer una ellos.
Nosotros les hemos puesto nombre a cuada una de ellas. Hablamos con nuestra plantita, y vemos lo que nos dice. ¿Cómo se siente esta mañana la planta? ¿está contenta porque le ha dado agua? Te está dando las gracias.
Plantar un pequeño huerto en casa (no hace falta tener jardín, hay huertos verticales a los que sólo les tienes que buscar un pequeño espacio) es una de las cosas más bonitas que hay.

Nosotros hemos empezado con lechugas, ajos y zanahorias. Primero ponemos las semillas en un vaso de plástico (de yogur, por ejemplo), las semillas debajo, papel de cocina y un poco de agua encima. Mi hijo pequeño ya lo hizo en el cole y ha sido él el que nos ha explicado como hacerlo. Cuando ya tenemos la plantita pequeña, las hemos plantado en un cacharro de plástico reciclado.
Para plantar ajo no hacen faltan semillas, sólo un diente al que le haya salido un tallo. Lo plantas en una maceta y listo.
Que los niños recojan los frutos que les da la Tierra y se lo agradezcan a las plantas o árboles es una maravilla. Las lechugas no hace falta que las arranques, nosotros tenemos pensado ir cogiendo las hojas que vayan saliendo, así la planta sigue en nuestro huerto.
Hacer un pequeño huerto en casa crea armonía y bienestar.
4. Cuentos
Los cuentos son muy importantes a la hora de enseñar valores a los niños (y no tan niños). Los relatos tienen la virtud de emocionarnos, haciendo que la experiencia y el aprendizaje cale mucho más.
A la hora de leer el cuento es muy importante la manera en que lo lees, el énfasis que le pones a las palabras. Si puedes poner voces diferentes mejor.
Para poder leer el cuento y que llegue al niño, es importante leerlo antes tú, así te será más fácil darle un toque mágico.
La creación de relatos es una de mis grandes aficiones, aquí podéis leer varios cuentos cortos sobre diversos temas.
5. Hablar con la Divinidad. Agradecer
Hablar con la Divinidad (en el caso de que seas católica puedes incluir el rato de oración antes de iros a dormir) es importante.
Os enseño lo que nosotros hacemos:
- Durante la cena, enciendo una vela y les pregunto cual ha sido el mejor momento del día y a quien o que quieren agradecer hoy.
Yo normalmente le doy las gracias a la Tierra por todo lo que nos da, al Sol por su calor, a las plantas y animales, por ofrecernos alimento, a los amigos u otras personas por estar, etc. Además de nombrar lo mejor del día. - Hacerles preguntas sobre que creen ellos que es la Divinidad.
- Intentar pasar al menos un día a la semana en la naturaleza (bosque, montaña). Estar en la Naturaleza es lo que más nos conecta con Todo.
- Hablar con otros seres no humanos (árboles, plantas, animales, rocas, ríos, montañas, etc) Para nosotros, la Divinidad está en Todo (la Creación está dentro de la Divinidad, por lo que Todo es sagrado, nosotros incluidos)
6. Nuestro mundo interior
Siegel, profesor de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la UCLA, ha visto que prestar atención a las sensaciones, imágenes, sentimientos y pensamientos de nuestro mundo interior tiene consecuencias positivas científicamente probadas: desarrolla la zona prefrontal del cerebro que es la encargada de la percepción, conciencia, presencia y empatía. También mejora la salud de nuestro cuerpo físico.
El desarrollo de la escucha interna necesita tiempo diario de soledad y silencio, en el cual podamos sentarnos y ver lo que nos dice nuestro cuerpo, emoción, mente y espíritu.
¿Cómo podemos ayudar al niño para que pueda escucharse?
Después del cuento de dormir (o lo que hagáis) podéis apagar la luz y decirles que cierren los ojos y miren que ocurre dentro. Para iniciar la rutina podéis poner siempre la misma música y darle nombre al momento, “Mirarnos dentro”, por ejemplo. (Aquí nosotros hacemos la escucha de nuestro sabio o sabia interior que sería nuestro corazón)
Que miren como se sienten, que sensaciones o imágenes aparecen, y si quieren, que os lo cuenten. Vosotras también podéis hacerlo.
Si el niño es ya mayor (entre 8 y 14) podéis explicarle porque es bueno hacer esto. Si no les dais los motivos seguramente no querrán hacerlo.
7. Visualizaciones
Se hizo un experimento en la Universidad de Chicago con un grupo de jugadores de baloncesto a los que se les pidió que imaginaran, sin tocar la pelota, que practicaban tiros libres durante treinta días. Estos jugadores mejoraron el porcentaje de aciertos casi tanto como el grupo que practicó los tiros de verdad durante los mismos días.
El experimento demostró que el cerebro no distingue las experiencias reales de las imaginarias y que lo que imaginamos puede tener efectos muy profundos en nosotros.
Las visualizaciones que haremos con los niños se tienen que adecuar a su edad.
Leer un cuento en el que cierren los ojos, haciendo los silencios oportunos para que puedan imaginar, es otra manera de visualización. (enlace)
El libro de Thich Naht Hanh, Una guijarro en el Bolsillo, aunque esté pensando sobre todo para familias que practican el budismo, tiene relatos y visualizaciones muy bonitas.
Desarrollo espiritual del niño
Con esto hemos terminado. Sólo resumir lo que creo que es más importante a la hora de estar con nuestros hijos e hijas:
- Nuestra comunicación y actitud con ellos.
- Serenidad y empatía.
- Conexión con la Naturaleza y la Tierra.
- Ratos de silencio.
- Cuentos con valores.
Y sobre todo, conciencia y paciencia.
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